viernes, 5 de febrero de 2016

LA ATALAYA DE SANTA BRÍGIDA. REFERENTE HISTÓRICO DE LA CULTURA CANARIA. Alejandro Cuenca sanabria





Así las cosas, llegamos al último cuarto del siglo veinte, encontrándose la generación relevo no ya entre los descendientes de las antiguas sagas de alfareras, salvo contadas excepciones, sino entre gentes preocupadas por la pervivencia de aquellos aspectos de nuestra Cultura Popular que parecían más frágiles, siendo, por tanto, los herederos de una tradición milenaria, la cual se encontraba (y encuentra, aún hoy en día) en clara amenaza y en vía de desaparición, encontrándonos en la obligación moral e identitaria de preservar dicho patrimonio y, lo que es más importante, contribuir a su divulgación y conservación

Ponencia de  las Jornadas: " Presente y futuro del poblado troglodita de la Atalaya"

LA ATALAYA DE SANTA BRÍGIDA. REFERENTE HISTÓRICO DE LA CULTURA CANARIA
Alejandro Cuenca Sanabría. Arqueologo, alfarero.

El mundo que surge en Canarias tras la conquista castellano-aragonesa de las Islas, sintetiza las aportaciones, voluntarias o no, de cada una de las culturas que se encuentran y que comienzan una convivencia más o menos pacífica.
A la cerámica que se elaboraba aquí, se le imponen restricciones formales y estéticas, por lo que sólo pervivieron los aspectos meramente técnicos del proceso de elaboración de las piezas, perdiéndose todos aquellos referidos al contenido simbólico o mágico-religioso vinculado a las piezas.


La pervivencia parcial del universo cerámico Tamaranita hasta nuestros días, viene asociada a los poblados en cuevas artificiales como lugar común a todos los centros de elaboración cerámica de la isla, por lo que nos encontramos con un elemento cultural que no debemos dejar de lado o ignorarse, a la hora de comprender la vinculación de estos dos aspectos de la cultura original Canaria con el proceso de pervivencia, tanto de aspectos culturales en si, como de sus mismos actores, auténticos vehículos de transmisión patrimonial. De lo anterior se puede deducir fácilmente el hecho de que este importantísimo legado cultural llegue hasta nuestros días, sin interrupción, pasando de generación en generación prácticamente intacto.
Así las cosas, llegamos al último cuarto del siglo veinte, encontrándose la generación relevo no ya entre los descendientes de las antiguas sagas de alfareras, salvo contadas excepciones, sino entre gentes preocupadas por la pervivencia de aquellos aspectos de nuestra Cultura Popular que parecían más frágiles, siendo, por tanto, los herederos de una tradición milenaria, la cual se encontraba (y encuentra, aún hoy en día) en clara amenaza y en vía de desaparición, encontrándonos en la obligación moral e identitaria de preservar dicho patrimonio y, lo que es más importante, contribuir a su divulgación y conservación, para lo cual es fundamental el mantenimiento del modo de producción tradicional, con las técnicas, materiales, formas y decoraciones propias de esa fase de desarrollo cultural; además habrá que abrir una nueva línea de investigación sobre la base de las cerámicas hechas por los antiguos canarios, antes del proceso de aculturación, junto con modelos más innovadores, con nuevas formas y técnicas, más acordes con los gustos y necesidades actuales.



Por último hablar de un aspecto menos tangible, material, pero igual de importante; es lo que hemos dado en llamar algunos de los alumnos de Panchito ”el ejemplo del maestro”, que consiste, sencillamente, en la recuperación del espacio público que representa el Centro Locero de La Atalaya y la cueva de Panchito, en el cual el ambiente quede definido por su acceso abierto, amplio y generoso, como siempre había sido en la casa del maestro, donde cabíamos todos y, por tanto, todos éramos bienvenidos y bien tratados.