Así las cosas, llegamos al último cuarto del siglo veinte, encontrándose la generación relevo no ya entre los descendientes de las antiguas sagas de alfareras, salvo contadas excepciones, sino entre gentes preocupadas por la pervivencia de aquellos aspectos de nuestra Cultura Popular que parecían más frágiles, siendo, por tanto, los herederos de una tradición milenaria, la cual se encontraba (y encuentra, aún hoy en día) en clara amenaza y en vía de desaparición, encontrándonos en la obligación moral e identitaria de preservar dicho patrimonio y, lo que es más importante, contribuir a su divulgación y conservación
Ponencia de las Jornadas: " Presente y futuro del poblado troglodita de la Atalaya"
LA ATALAYA DE SANTA BRÍGIDA. REFERENTE
HISTÓRICO DE LA CULTURA CANARIA
Alejandro Cuenca Sanabría. Arqueologo, alfarero.
El mundo que surge en Canarias tras la
conquista castellano-aragonesa de las Islas, sintetiza las
aportaciones, voluntarias o no, de cada una de las culturas que se
encuentran y que comienzan una convivencia más o menos pacífica.
A la cerámica que se elaboraba aquí,
se le imponen restricciones formales y estéticas, por lo que sólo
pervivieron los aspectos meramente técnicos del proceso de
elaboración de las piezas, perdiéndose todos aquellos referidos al
contenido simbólico o mágico-religioso vinculado a las piezas.
La pervivencia parcial del universo
cerámico Tamaranita hasta nuestros días, viene asociada a los
poblados en cuevas artificiales como lugar común a todos los centros
de elaboración cerámica de la isla, por lo que nos encontramos con
un elemento cultural que no debemos dejar de lado o ignorarse, a la
hora de comprender la vinculación de estos dos aspectos de la
cultura original Canaria con el proceso de pervivencia, tanto de
aspectos culturales en si, como de sus mismos actores, auténticos
vehículos de transmisión patrimonial. De lo anterior se puede
deducir fácilmente el hecho de que este importantísimo legado
cultural llegue hasta nuestros días, sin interrupción, pasando de
generación en generación prácticamente intacto.
Así las cosas, llegamos al último
cuarto del siglo veinte, encontrándose la generación relevo no ya
entre los descendientes de las antiguas sagas de alfareras, salvo
contadas excepciones, sino entre gentes preocupadas por la
pervivencia de aquellos aspectos de nuestra Cultura Popular que
parecían más frágiles, siendo, por tanto, los herederos de una
tradición milenaria, la cual se encontraba (y encuentra, aún hoy en
día) en clara amenaza y en vía de desaparición, encontrándonos en
la obligación moral e identitaria de preservar dicho patrimonio y,
lo que es más importante, contribuir a su divulgación y
conservación, para lo cual es fundamental el mantenimiento del modo
de producción tradicional, con las técnicas, materiales, formas y
decoraciones propias de esa fase de desarrollo cultural; además
habrá que abrir una nueva línea de investigación sobre la base de
las cerámicas hechas por los antiguos canarios, antes del proceso de
aculturación, junto con modelos más innovadores, con nuevas formas
y técnicas, más acordes con los gustos y necesidades actuales.
Por último hablar de un aspecto menos
tangible, material, pero igual de importante; es lo que hemos dado en
llamar algunos de los alumnos de Panchito ”el ejemplo del maestro”,
que consiste, sencillamente, en la recuperación del espacio público
que representa el Centro Locero de La Atalaya y la cueva de Panchito,
en el cual el ambiente quede definido por su acceso abierto, amplio y
generoso, como siempre había sido en la casa del maestro, donde
cabíamos todos y, por tanto, todos éramos bienvenidos y bien
tratados.