miércoles, 15 de enero de 2014

"Romancero Sureño" de Faneque Hernández

[…] El autor es profesor de Ciencias Sociales de Secundaria. De ahí su interés, a través de la poesía épica, por hacer más atractiva la enseñanza de la Historia de Canarias. Desde pequeño siempre estuvo prendado del Romancero Viejo y los Cantares de Gesta. Ahora, como poeta novel, trata de emular a aquellos maestros juglares anónimos con los que tanto disfrutó como lector. Su pretensión es también la del investigador que busca ser estrictamente fiel a los acontecimientos y personajes. Por ello, estos romances de la conquista son el resultado de una investigación histórica y genealógica de varios años […]

Sin duda alguna, la composición más emblemática del Romancero sureño es la mentada Desafío y muerte de Doramas, un sublime cantar de gesta que tiene como protagonista al guayre teldense y, como suceso histórico, la mezquina muerte que le infligieron los conquistadores, dirigidos por el vil Pedro de Vera.
A través de catorce estrofas que recuerdan, entre otras referencias literarias, al propio Cantar de Mío Cid, Faneque va describiendo con precisión de detalles, riqueza léxica y sobresalientes dotes narrativas cómo se produce el encuentro entre los aborígenes y los castellanos; cómo se acuerda un enfrentamiento entre sus cabecillas, que traiciona De Vera; cómo una aliterada «rehala rabiosa de perros endemoniados» aborda cobardemente a Doramas, lo malhieren y el propio De Vera lo apuntilla; y cómo la imagen de Doramas trasciende los límites humanos para acceder al universo de los símbolos de lucha por la libertad que representan los alzados y que recuerda a la asunción de la libertad desde una posición de lucha que apunté cuando te hablaba del poema “Soneto de los cuatro poetas”.
He aquí el compromiso de nuestro autor, quien con este poema asume un nuevo rol que debemos sumar a los que ya atesora: el de ser veraz cronista de unos hechos que, por su intemporalidad (otra vez el tiempo, que no deja nunca de ser ni estar), siguen todavía presentes en nuestros días, transmutados en otros rostros, otras situaciones, otras voluntades… Como Doramas del presente, continuamos con la lucha por desmayar las cadenas que subyugan y por anclar en las conciencias del romancero, que son las de los pueblos metafóricos señalados al principio, las palabras de Rómulo Gallegos que nos recuerda el maestro Tarajano hacia el final de su admirable prólogo a nuestro Romancero sureño: «No puede ser un buen ciudadano de La Tierra entera quien no sabe serlo hoy del pedazo de ella que es su país».