martes, 25 de enero de 2011

TINDAYA NO SE TOCA!!!



CARTA A PAULINO RIVERO.

Señor Rivero,

Le pediría, de todo corazón, que considerase muy sopesadamente su apoyo al proyecto de Chillida. Hay algo muy importante que pienso que ni usted ni muchos han considerado hasta la fecha. La montaña de Tindaya fue un santuario, un lugar sagrado para la antigua población amazighe que habitó la isla. La más profunda cosmogonía del pueblo bereber entiende los lugares de culto como emplazamientos donde las manifestaciones de lo Invisible son más especiales y frecuentes que en el resto del territorio. Esta visión animista de la vida fue la que llevó al pueblo maho a catalogar la Montaña como santa y como materialización externa de un elemento más sutil que la alberga. Sí, Señor Rivero, para los antiguos mahos y para la aún vigente, aunque masacrada cultura y cosmovisión amazighe, Tindaya tiene un alma. No se trata de un mero montón de piedras, o de valiosa traquita en este caso. Se trata de un ser vivo en toda regla. Seguramente, usted piense que eso no es más que un cuento de hadas, carente sentido en una sociedad avanzada y civilizada como la occidental de la que ya formamos parte. Yo le diré, que si usted cree en el respeto y en la defensa de los valores culturales e ideológicos de los pueblos, como defiende la Constitución del Estado al que usted pertenece, le agradecería que meditase detenidamente en lo que acabo de exponerle. ¿A quién se le ocurriría contruir una atracción turística en el Santo Sepulcro, o un parque de atracciones sobre el Basílica de San Pedro? Lo único que escucho de su boca son comentarios como que la obra de Chillida será "muy beneficiosa para el desarrollo económico de la isla" o "ayudará a reactivar la economía en la isla y al bienestar de todos los majoreros". Pero yo quiero que ahora, por unos minutos, deje su obsesión capitalista de lado y centre su atención en el sentir de un pueblo, en el sentir de una tierra y de una cultura que, aunque no lo quiera, forma parte de su historia y de sus antepasados. ¿Va a permitir que proyectos como este, o tantas carreteras y tanto cemento, terminen por destruir lo poco que nos queda? Esos valores que nuestro pueblo albergó antaño, quizá sean más necesarios ahora que nunca. La sobreexplotación y uso indiscriminado de los recursos naturales está matando nuestra Tierra, y nos está matando a nosotros. Usted está en una posición privilegiada para efectuar cambios sociales de gran transcendencia. ¡Actúe! ¡No se venda, ni venda su tierra con su pueblo! ¡Muestre ejemplo, Señor Rivero!

...Y ES QUE, SEGÚN ESTA MISMA COSMOVISIÓN ANCESTRAL, A QUIEN DESTRUYE UN LUGAR SAGRADO, LA MISERIA Y LA DESGRACIA LE AGUARDAN...

Josué Cabrera