El pasado viernes 27 de Julio, Míguel Hidalgo presentaba la Exposición de Paco Juan Déniz en la Sala Lola Massieu de Santa Brígida
Tengo la casi seguridad de ser una de
las primeras personas que vieron los dibujos de Paco Juan Déniz. Hace de eso, como mínimo 40 años.
Posiblemente también hoy, estemos viendo sus últimas obras realizadas para esta exposición, independientemente que en su caballete, ya se encuentre una nueva producción.
Ni viendo las primeras y últimas, ni tan siquiera la totalidad de sus obras, me da derecho a decir que conozco y entiendo la obra de este artista.
Podemos entrar en lo obvio, que es surrealista, aunque dialoga con frecuencia con la abstracción. Que utiliza con reiteración y a lo largo de su consolidada trayectoria una serie de iconos, conocidos por todos, los ojos, los labios, relojes, etc., que forman parte de su mundo onírico, de sus sueños.
Que hay una magnifica evolución en el
tratamiento y el uso de los materiales, llegando a un nivel de perfección extraordinaria.
Pero,
¿Donde está la verdad de sus pinturas?
En “el
artista conciente”, (de conciencia),
como mencionó Angel Sánchez. Persuadido de que: “Es el hombre convencido de que su trabajo está ahí para cambiar el
mundo, aunque sea mínimamente”
En el viaje atrevido y peligroso, que
anunció Karl J. Müller. Advirtiendo: “Para el observador nuevo e inocente que se
acerca a un cuadro de PJD, puede que se lleve una sorpresa desconcertante”.
O la actitud de afrontar con el ojo
crítico de quien mira hacia el futuro. Como dijo Mari Carmen Naranjo. “Donde un gran reloj divide el tiempo en
dos, el de la armonía y el de la hegemonía de la obra del hombre”.
O quizás, la denuncia y la
reivindicación del entorno que le rodea. Como manifestó Mercedes Ortiz. En “Acontecimientos”
que invitaba a “perdernos en sus
espacios abiertos, en la magia de sus colores y en la soledad que subyace en su
obra”.
La antropóloga, Carmen Ascanio, lo sitúa
atrapando el tiempo en la evolución de la realidad canaria. En el que “por supuesto su lugar de origen y dónde ha
vivido gran parte de su vida (San Mateo y la zona de medianías de Gran Canaria)
no son ajenos a esta imaginería.
O Estaremos, frente a una “conciliación de contrarios” “resultante
de la belicosidad entre el hombre y el mundo que le asedia”, como le escribió
Arturo Maccanti. En “Construcciones del
sueño”
Rafael Franquelo, lo describe en uno de
los muchos textos dirigido al pintor como “la
magia del surrealismo autóctono”. Trasmitiéndonos, “La calma… una calma que se traduce en nuevas aportaciones en su
impresionante poética.”
Luis León Barreto, lo sitúa en el “surrealismo expresionista”. Con “algún guiño de Francis Bacon, con lo que
estamos en la frontera del expresionismo.”.
Con motivo de la exposición realizada en el Club de Prensa Canaria.
Quizás, sea en cada uno de ellos, o lo
más seguro, en el conjunto de todos ellos, y otras muchas críticas, estudios o
simples opiniones dejadas por escrito, por distinguidas personas.
¿Dónde
se encuentra la verdad?
Al contemplar los cuadros, mejor dicho
las historias, las narraciones que componen cada una de sus obras, que tienen
en común una mínima exigencia, observarlas con detenimiento, llevando a la
máxima el mirar para ver e interpretar.
Pero es Paco Juan Déniz, quien con
rotundidad nos dice, “protesto como sé,
con la pintura” y “empleo el surrealismo para hablar y contar
sobre una realidad social en la que nos encontramos”.
No ha sido un camino fácil, pero hoy es
imposible realizar la historia del arte en canarias en los últimos cuarenta
años sin la figura de PJD.
No se puede hablar del surrealismo, sin
mencionar a Oscar Domínguez, Juan Ismael y Paco Juan Déniz. Sin
ignorar que existen otros grandes artistas canarios en este mismo ismo.
Paco Juan Déniz, irrumpe con fuerza, en plena movida
artística en la conocida como la “Generación
de los 70” ,
siendo el más joven de ellos, pero por su dedicación se hace con su espacio.
Recientemente se realiza una exposición de reconocimiento de dicha época, en
MAPFRE, bajo el título de “40 años después de los años 70” . Y en ella no podía faltar una obra magnífica y
delicada de PJD, realizada en ese tiempo, como confirmación de su presencia en
ese periodo fructífero en el campo del arte.
Valga este acto y espacio, para
reivindicar la publicación de su biografía, en la colección “Biblioteca de Artistas Canarios”.
Así, como la de una exposición retrospectiva en el CAAM, que sirva
para reafirmar su proyección internacional.
Para finalizar, comentar que en estos
días, mientras repasaba una autobiografía de un personaje de mucha notoriedad a
nivel nacional, en la misma, utilizaba la referencia de una cita del escritor
francés, Marcel Proust, que viene a decir:
“Todo lector es, cuando lee, el propio
lector de sí mismo. La obra del escritor no es más que una especie de
instrumento óptico que ofrece al lector para permitirle discernir aquello que,
sin ese libro, él no podía ver de sí mismo. El hecho de que el lector reconozca
en sí mismo lo que dice el libro es la prueba de la verdad de éste…”
Y es, trasladándolo a la pintura, con el
permiso del escritor Marcel, lo siguiente:
“Todo observador es, cuando observa, el
propio observador de sí mismo, la obra del artista no es más que una especie de
instrumento óptico que ofrece al observador para permitirle discernir aquello
que, sin ese cuadro, él no podía ver de sí mismo. El hecho de que el observador
reconozca en sí mismo lo que dice el cuadro es la prueba de la verdad de este…
Nos preguntábamos al principio, ¿Dónde está la verdad en la obra de Paco Juan Deniz?.
Sin
cuestionamiento alguno, en el compromiso de lo onírico del propio artista.
Y también, en la interpretación de cada
uno de los observadores que se identifica con la obra del virtuoso.
Quizás es, donde podamos encontrar la libertad
y generosidad que nos deja Paco Juan Déniz. Para la
definición personal de cada uno de
nosotros, sobre su obra artística.