viernes, 22 de octubre de 2010

LA REINA DE CANARIA de FANEQUE HERNANDEZ

El próximo 3 de Noviembre sera presentado en la Casa Museo Perez Galdos en Las Palmas de Gran Canaria el libro : LA REINA DE CANARIA, de Faneque Hernández, dentro de la colección Episodios insulares de la editorial Cam PS.

RESUMEN HISTÓRICO
I. EL VUELO DE LOS AZORES
La escena se desarrolla en una cueva pintada del valle de Guayedra donde se oculta la familia real de las razias de destrucción que parten del Fuerte de Agaete . El Guanarteme Tenesor Semidán comparte la estera con su joven esposa , Abenchara Chambeneguer, de quien espera un nuevo hijo.
Abenchara duerme pero no plácidamente. Tiene una pesadilla que la hace dar vueltas de inquietud. Un casar de azores vuela en los altos de Tamadaba en las inmediaciones de su nido instalado en la cima del Roque del Faneque (Faneque significa Azor en guanche). De repente unas águilas las expulsan de su espacio apoderándose del nido.
El asalto al nido de los azores, aves que existieron realmente en Gran Canaria al menos hasta el siglo XVIII, augura la tragedia que se desencadenará a la mañana siguiente.
El día comienza con las risas de Guayarmina, la hija mayor de Tenesor y Abenchara, que es ya una mujer. Cuando se levanta su madre, esta inicia la jornada con una plegaria al Sol que aparece tras la montaña de Gáldar, para agradecer al Cielo su embarazo y para rogar que la bendiga con otra niña de la estirpe real de Guayedra.
Suenan bucios desde la atalaya. A finales de junio, una vez recogidas las cosechas, comienza la fiesta del Beñesmén, la fiesta del solsticio, al final del cual, después de nueve días de celebraciones, quedarán cuadrados el calendario solar y el calendario lunar, comenzando entonces un nuevo ciclo agrícola.
II.EL SALTO DE LAS MUJERES
La escena se desarrolla en un bañadero reservado a las mujeres en la playa de Faneroque, en las costas de Guayedra, próximas al risco de Tirma.
Un grupo de muchachas baja a la marina a media mañana para la purificación de sus cuerpos. Desnudas se bañan las jóvenes en la marina cuando irrumpe en la playa una cuadrilla de soldados del distante fuerte de Agaete. Algunas logran escapar entre la maleza y se pierden risco arriba. Pero otras, perseguidas por los ágiles gomeros de la cuadrilla de asalto, se despeñan, quedando malheridas. Una de las mujeres capturadas fue Abenchara, la esposa del Guanarteme, que cuando se ve rodeada se lanza junto con su vieja aya al vacío en el lugar que aún hoy es conocido por el Salto de las Mujeres.
Corren los asaltantes a parapetarse tras de las murallas de la fortaleza de Agaete donde les aguardan el Alcaide de la Torre Alonso Fernández de Lugo y el señor de la Gomera y el hierro Hernán Peraza, con el resto de la guarnición castellana y gomera. Allí las muchachas serían previsiblemente violentadas durante días por los soldados, sin ninguna compasión con las malheridas ni tampoco con aquella muchacha nativa que estaba visiblemente embarazada.
Algo extraña a los ladrones de mujeres. Las demás esclavas capturadas prestan venerables atenciones a la que llaman Abenchara. El Alcaide manda entonces llamar al recién llegado espía, Juan Mayor, que, natural de Lanzarote, lleva muchos años en la isla y domina a la perfección la lengua canaria, para que investigue la identidad de la nativa preñada.
III.TRAVESÍA AL OTRO MUNDO
El “lengua” canario informa al Alcaide del renombre de la tal Abenchara. Es nada menos que la Reina de Canaria, esposa del Guanarteme de Gáldar e hija del Faycán Chambeneguer. De inmediato, siendo conscientes de la importancia capital de la cautiva para los intereses de la Corona castellana, la embarcan en la nao que fondea en la rada de Agaete, que pone rumbo, por orden del general Pedro de Vera, hacia Andalucía para la entrega de la Reina de Canaria a los propios Reyes que más tarde recibirán del Papa la dignidad de ser llamados Católicos.
El viaje tuvo que ser especialmente duro para Abenchara que está moribunda. Así lo reconoce el Alcaide Juan de Frías, quien recibe en Córdoba a la rehén haciéndose cargo por orden de los Reyes de su protección, cuando dice que la reina de Canaria estaba “doliente a la muerte” cuando le fue entregada en agosto de 1482.
IV. EL ÁLCÁZAR DE CÓRDOBA
La entrega de la cautiva tuvo lugar en la ciudad de Córdoba porque allí estaba en aquellos momentos situada la Corte, por su proximidad a la frontera con el Reino de Granada. Desde Córdoba se dirigían las operaciones de guerra contra los nazaríes por lo que los Reyes, cada año, durante los ocho en que allí estuvo instalada la Corte, se trasladaban al Alcázar de esta ciudad al comienzo de cada campaña militar, tras el parón del invierno. Así es que, nos cuenta Rumeu de Armas, Fernando llega a Córdoba a fines de marzo de 1842, e Isabel se retrasa algo, con motivo de estar embarazada, llegando a fines de abril. Será exactamente a 31 de agosto cuando los Reyes Católicos reciben a Abenchara que está muy enferma y la entregan al cuidado del Alcaide del Alcázar, Juan de Frías, quien, según el autor antes citado, no es el Obispo de Canaria sino otro personaje homónimo, afirmación que compartimos.
Solo dos meses antes de este hecho la reina Isabel había dado a luz a su hija María en el propio Alcázar. Sus hermanos mayores Isabel, Juan y Juana corretean por los patios pues son niños de doce, cuatro y tres años respectivamente en aquel verano de 1482.
Sabiendo de la importancia de la cautiva para el resultado de la guerra contra los canarios, los Reyes ordenan que se extremen las atenciones del sanador para rescatar de la muerte a la reina isleña. Allí le dan purgas, jaropes y medicinas diversas hasta que logran restablecerla contratando a continuación una partera para hacerse cargo del inminente alumbramiento.
Abenchara es consciente de las intenciones de sus raptores. Pero no entiende demasiado bien la situación, porque la heredera del trono canario es Arminda Masequera. No saben que su marido no es rey sino regente, a la espera de que su sobrina Arminda, que es todavía una niña, alcance la mayoría de edad y pueda desposarse con el que será el verdadero Guanarteme de Gáldar, tras la muerte de su padre Egonayga Guayasén Semidán, al que llamaron “el Guanarteme Bueno”.
La reina Isabel, mientras su marido dirige las operaciones de guerra contra el reino de Granada, recuperada de su reciente parto, espera que nazca cuanto antes el hijo de la canaria para abandonar Córdoba y volver a su Castilla natal a pasar el invierno. Confía en que dicho nacimiento acorte la campaña militar de conquista de la Gran Canaria después de 80 años de intentos frustrados para anexionar la isla a la Corona de Castilla, desde que su abuelo Enrique III otorgara derechos de conquista sobre las islas canarias al normando Jean de Bethencourt.
V. RENDICIÓN POR AMOR
La hija de Abenchara y Tenesor nace el 30 de septiembre de 1482 en Córdoba. Fue bautizada con el nombre de Catalina, un nombre muy propio de la Casa Real de los Trastamara de Castilla pues así se llamaron: la abuela de Isabel, la inglesa Catalina de Lancaster, una de sus tías y la última hija de los Reyes Católicos, que nacería tres años después de Catalina la Canaria.
Mucho antes de nacer su hija, Tenesor había decidido rendirse junto a su corte de guayres. Probablemente a finales de junio de 1482, poco después de la captura de su mujer, habría acordado su entrega con la mediación del espía Juan Mayor. Es la única posibilidad que vislumbra de recuperar a su esposa. Así, simula su captura en la cueva de Gáldar en que se ve cercado por una cuadrilla de soldados castellanos y gomeros del cercano fuerte de Agaete un triste amanecer.

En uno de mis poemas que lleva por título “Amargo amanecer” trato de ponerme en el lugar de Tenesor mientras espera la llegada de la cuadrilla de Hernán Peraza que va a capturarlo:

Despunta ya el día de la tortura
de mi terminante entrega a Peraza
para poder abrazar a Abenchara
a quien prendieron en zafia conjura.
¿Dónde queda el honor de la lucha
si nos queman los campos de cebada,
si nos talan las higueras y palmas
en plenas paces del sol y la luna?
Y para colmo de acciones de incuria
si en estado de buena esperanza
capturan a mi mujer como esclava
sin nada importarles que esté desnuda
e indefensa, porque en nuestra cultura
las charcas del baño de las maguadas
no son nunca holladas, por observancia
del rito a la diosa madre natura.

Ya cercan la cueva para mi captura
aquellos que saben que estoy sin armas
desde el día aciago en que la raptaran.
¡Mi reino de Gáldar por su hermosura!



Ese mismo día, a la puesta del sol, será recibido con salvas de honor en Las Palmas después que el propio Pedro de Vera se acercara con sus huestes hasta Bañaderos para recibir al ilustre cautivo, con quien habría convenido el día y la hora de la entrega.
Esta escultura realiada por el artista palmero Facundo Fierro se encuentra en un lateral del patio del Alcázar de los Reyes Cristianos de Córdoba.

VI. EN LA CIUDAD CALIFAL
Tenesor Semidán es enviado de inmediato a la Corte para escenificar la capitulación ante los propios Reyes de España. Numerosos espectadores moriscos salen al paso de la comitiva que desde Sevilla se dirige a Córdoba donde le espera su esposa. Le incomoda grandemente, dicen las crónicas, que lo confundan con uno de ellos.
En el Alcázar Nuevo será recibido por los Reyes y podrá abrazar a su doliente esposa que se alegra sobremanera con el reencuentro. Tras jurar vasallaje a los reyes acepta el bautismo, actuando como padrino el propio Rey Fernando quien le otorga su nombre. La ceremonia oficiada por el cardenal Pedro de Mendoza debió celebrarse en la Catedral de Córdoba, es decir en la fastuosa Mezquita. Reciben también el bautismo algunos de los Guayres que lo acompañan que reciben como presentes las tierras de Agumastel y la costa de Guadarteme, cerca de las Isletas.
El apellido del nuevo cristiano es Guanarteme, es decir, rey, en la lengua indígena, lo que no resulta extraño si pensamos que debía procurarse el mantenimiento de su estatus ante los isleños para convencerlos de la definitiva capitulación.
Con posterioridad a este solemne acto se producirá el nacimiento de Catalina la canaria a quien se describe en el poema con los rasgos que, según las crónicas, tenía la princesa heredera Arminda Masequera, es decir, una niña rubia de hermosos rasgos.
VII. BANDO DE PACES
Tras el bautismo en el magno escenario de la Mezquita, Tenesor acepta que Gáldar se convierta en un bando de paces y sella con los reyes de España la Capitulación de Córdoba por la que los canarios verán respetadas sus libertades y costumbres, no pudiendo ser esclavizados. Fernando Guanarteme recibe, como presente del Rey al que presta vasallaje, el feudo de Guayedra donde estaba “el espíritu de sus antepasados”. Se compromete a convencer a los suyos de las bondades de la capitulación, sin combatirlos, prometiendo que por su industria y buenos consejos conseguiría la capitulación del reino de Telde.
El pacto debió incluir la cláusula de que solo después de pacificada la isla e incorporada Gran Canaria a la Corona de Castilla podría el Guanarteme recuperar a su esposa y a su hija recién nacida, puesto que ellas permanecen como rehenes en el Alcázar de Córdoba. La despedida de su mujer y de su hija tuvo que ser dramática porque era impredecible el tiempo que tardarían en volver a verse.
Pero la angustia del Guanarteme se intensifica cuando en el Puerto de Santa María sube a la carabela que lo traerá de vuelta a su tierra. ¿Cómo va a explicar a los suyos en el Tagoror insular que ya no son un pueblo libre sino un pueblo vasallo que ha de venerar a monarcas poderosos pero extraños?
VIII. EL RETORNO DEL GUANARTEME
La llegada de la carabela está fechada en jueves 24 de octubre de 1482. Las crónicas hablan de la sorpresa de Pedro de Vera por la antelación con la que llega la nave que devuelve al Guanarteme y lo incorpora a su ejército. La carabela está cargada de bastimentos y trae además un refuerzo de doscientos ballesteros vascos que se consideran imprescindibles para el asalto final a las fortalezas de piedra donde se refugian los canarios.
Fernando Guanarteme después de hacer honores al general abandona el Real de Las Palmas y se dirige hacia el interior. En noviembre tendrá lugar en Cendro el tagoror en el que Tasarte convence a la mayoría de los guayres de Telde del mantenimiento de la resistencia, después de que se hubiese nombrado como nuevo guanarteme al joven Bentejuí recién casado con la princesa Guayarmina, la hija mayor de Tenesor Semidán .
Vendrán a continuación los asedios y asaltos a las fortalezas de Ajódar, Bentayga, Titana, Fataga y Ansite donde, por fin, un 29 de abril de 1483, tiene lugar la capitulación final y la inmolación de Bentejuí y el Faycán viejo de Telde, que lanzan sus cuerpos al vacío al grito de Atis Tirma.
Fernando Guanarteme en seis meses ha resuelto la pacificación de la isla actuando como mediador entre los alzados y las tropas españolas. Dos meses más tarde a fines de julio se produce la entrega en el Real de la princesa Arminda Masequera que representa la soberanía canaria de ambos reinos, Gáldar y Telde como legítima heredera de Atendiura Guayarmina, la esposa de Egonayga Guayasén Semidán.


ULTÍLOGOS
1. EL SINO DE ABENCHARA
La Reina de Canaria fue bautizada durante su estancia en Córdoba como Juana Fernández . El nombre se le impone en honor de la pequeña infanta real que más tarde será Reina de España, y el apellido, Fernández o Hernández, como indistintamente se escribía en aquellos tiempos, en honor de su marido, Fernando o Hernando de Guanarteme.
Su estancia en Córdoba como rehén, junto a su hija, se extenderá durante todo un año pues su marido las recoge exactamente un 15 de agosto de 1483 según las cuentas del Alcaide del Alcázar. Después de pasar por Sevilla y de liberar a un numeroso grupo de canarios esclavizados Fernando guanarteme, con su mujer y su hija, regresan a Gran Canaria a principios del otoño.
Presumimos en el poema, por falta de datos, que Abenchara se recluye en Guayedra a cuidar de su hija y que vive con continuos temores por las violencias que ha sufrido. Es una licencia poética pues no tenemos claro su derrotero en la vida. Un genealogista prestigioso nos dice sin embargo: “No queda la menor noticia del nombre de la que debió ser la progenitora de Catalina, hija del rey canario. Conjeturamos que lo haya sido la celebérrima Juana Fernández, mujer notoria en la Villa de Gáldar y madre de varios vástagos reales, tanto habidos con don Fernando como con su hermano Maninidra y aun con otros nobles sujetos de la principal élite masculina de la corte”. De confirmarse esta conjetura Juana Fernández, como princesa indígena, conserva ciertos privilegios de su dignidad y casa con diferentes maridos sin haber enviudado de Tenesor, matrimonios de los que procedería numerosa descendencia.
Recientemente el historiador Roberto Hernández ha planteado que Abenchara es la “Juana la canaria” que aparece en los documentos rescatados por Wolfel. Según esta hipótesis, Abenchara, casada con un noble indígena a su vuelta de la península, es esclavizada de nuevo por no delatar el lugar donde se oculta su marido alzado y es vendida por Pedro de Vera a unos mercaderes de Jerez de la Frontera. Se entabla entonces un litigio de varios años por su liberación, a instancias de uno de sus sobrinos, bautizado como Juan Guzmán, del que resultará en 1491 una Cédula Real que da la razón a los demandantes, su ahorramiento y regreso a las islas, previo pago por parte de Pedro de Vera de una indemnización.
2. LA NIÑA DE SUS OJOS
De la niña sí tenemos noticias ciertas. Cuando tiene 5 años acompaña a su padre Fernando Guanarteme a un nuevo viaje a la Península. Va con ella su hermana Guayarmina que ahora se llama Margarita Fernández, que está embarazada y va a dar a luz allí a una hija que es bautizada como María, es decir, con el mismo nombre de la Infanta nacida en Córdoba en 1482, tres meses antes que su tía Catalina.
El motivo del viaje no está claro. Si pudiera confirmarse la nueva esclavitud de Abenchara podría entenderse que Fernando Guanarteme acuda a la Corte acompañado de sus dos hijas, una mujer embarazada en avanzado estado de gestación y una niña pequeña de menos de cinco años. El objetivo de la visita sería, en ese supuesto, interceder ante los reyes de España por la liberación de su ex-esposa y madre de las dos hijas que le acompañan.
Los reyes se encariñan con Catalina la canaria, a quien así llaman para distinguirla de su hija homónima que tiene dos años. María y Catalina la canaria son de la misma edad y ambas, recordemos, son cordobesas de nacimiento. Catalina va a pasar al servicio, como menina (damisela de compañía) de dicha infanta durante los próximos años permaneciendo en la Corte española donde recibe la educación religiosa y cortesana de su época.
Años más tarde, cuando ya es una doncella, volverá a Gran Canaria y sabemos que casa en Gáldar con tres maridos diferentes, el castellano Pedro de Vega, el vasco Adán de Acedo y el canario Blas Rodríguez, sin haber enviudado de ninguno de ellos, teniendo numerosa descendencia.
Todo esto lo sabemos porque Catalina encomienda a su tercer marido la expresión de su voluntad en un testamento otorgado ante el escribano de Gáldar poco después de su muerte en febrero de 1526 donde deja claro que es “la hija de Hernando de Guanarteme, rey que fue de esta isla”. Catalina fallece en Agüimes , en casa de su sobrina Catalina Garro de Urúspuru, a los 44 años de edad, aquejada de la enfermedad de la peste que había asolado la isla dos años antes y de la que estaba herida, después de pasar muchísimas penurias que le llevan en determinados momentos a usar el dinero recaudado para limosnas en su propio mantenimiento.
3. RECAPITULACIÓN SOBRE TENESOR
En la recapitulación final como autor de este poema histórico dejamos de describir los hechos con ánimo didáctico y nos atrevemos a hacer una valoración humana y política del personaje de Tenesor Semidán. Es sin duda una figura muy controvertida por su colaboración con las fuerzas invasoras. Opinamos no obstante que no se han valorado hasta el momento las verdaderas razones de su entrega cuando acepta como irremediable la capitulación tras la cruel estratagema de los conquistadores que han raptado a su esposa y la tienen cautiva en el Alcázar de Córdoba. Su hija nace con posterioridad a su entrega y ambas serán mantenidas como rehenes a la espera de que el Guanarteme cumpla con las condiciones del canje.
Es para el autor una evidencia histórica que la capitulación del Guanarteme va a permitir que la población indígena de la isla no sea esclavizada a partir de entonces y que perviva hasta nuestros días en fecundo mestizaje con los colonos europeos y los esclavos africanos, dando lugar a la actual idiosincrasia canaria. Como estadista le debemos pues la evitación de la aniquilación de los indígenas tal y como ocurrió por desgracia en muchas islas del Caribe tras la conquista española.
Las palabras con las que termina el poema histórico “De aquellos que prefirieron, con numantina soberbia, inmolarse como pueblo no queda …ni descendencia” deben ser entendidas, en el respeto a los héroes de la resistencia y a los alzados ante la iniquidad de los métodos de la conquista, como un reconocimiento de la inevitabilidad de la derrota militar ante el poderoso ejército castellano.
También deben ser entendidas como agradecimiento del autor a la política pactista del Guanarteme pues de otro modo el que escribe no hubiera podido hacerlo. Como se puede comprobar en uno de los apéndices, Doña Catalina Hernández Guanarteme, la mujer que nace en Córdoba en 1482 y que fallece en Agüimes en 1526 es una ascendiente directa en décimo- sexta generación del escribidor de estos versos.